El ser humano, desde el inicio de su vida, aprende por imitación lo que ve y percibe en su entorno más cercano. Y esto que imita acaba conformando su persona y sus hábitos. Cuando deja de ser niño, el círculo de influencia se va ampliando, y sigue imitando y repitiendo ,consciente o inconscientemente, tanto lo ya conocido como lo novedoso e innovador, como un modo de reafirmación y de encajar en la sociedad.
Tener una mente abierta y apertura para experimentar en nosotros y aprender cosas nuevas es una actitud muy sana: probar alimentos que desconocíamos, nuevas formas de cocinar, de combinar los ingredientes, de pensar, de respirar, etc.
Sin embargo, seguir tendencias de moda, sólo porque están de moda, y en este caso hablando de dietas y formas de alimentarse, puede ser peligroso.
En mi opinión, el ingrediente base en todo tip, dieta o receta ha de ser siempre el sentido común. Sin sentido común es fácil caer en extremos, hacer y actuar por imitación, y no llegar a conocernos a nosotros mismos.
El mismo Aristóteles relacionó el concepto de sentido común con la capacidad de sentir juiciosamente y con la sabiduría.
El sentido común nos dice que tomemos alimentos de verdad, es decir, alimentos que nos provee la tierra: verduras, hortalizas, semillas, cereales, legumbres y frutas, bayas y frutos secos.
Alimentos naturales, orgánicos; alimentos sin procesar, sin refinar, a los que no se les pone ni se les quita; alimentos que nos nutren, hidratan y nos ayudan a reponer y regenerar sin sobrecargar. Alimentos que nos aportan en lugar de restarnos.
La proporción y la forma de preparación también nos lo dirá nuestro propio cuerpo: en general más fresco y crudo en verano, más caliente y cocinado en invierno.
Para poner un ejemplo muy gráfico os compartiré un cuento. Me encantan los cuentos; siempre son una forma muy amorosa y ligera de darnos lecciones de consciencia con moraleja:
Cuento de: La punta de jamón
Juan y Mariana acaban de casarse. Están felices de haber decidido recorrer juntos el camino de la vida, se aman profundamente y buscan demostrarlo en también en los detalles cotidianos.
A Juan le encanta disfrutar de una buena mesa y a Mariana le encanta cocinar. El plato preferido de Juan es el jamón al horno, la pata entera asada lentamente.
Al saberlo Mariana, decide consultar la mejor receta posible para agasajar a su amado con su manjar preferido. Se acuerda de que madre cocina muy bien este plato y le pide la receta. Recibe las instrucciones y se pone manos a la obra.
Cuando lleva el jamón a la mesa, Juan se da cuenta de un detalle y le hace una pregunta:
– «¿Por qué le cortaste la punta?. ¡Es la parte que más me gusta!»
Mariana piensa un momento y le responde:
– «Bueno, mi madre me dio la receta y decía que había que cortarle la punta al jamón para cocinarlo»
– «¡Qué extraño!», responde Juan. «Justamente es la parte que más me gusta y no entiendo por qué habría que quitarla.»
Con esta duda en mente, días después Mariana le pregunta a su madre el porqué de tener que cortarle la punta la jamón. La madre piensa un momento y sólo tiene una respuesta:
– «Tu abuela siempre cocinó el jamón de esta manera, siempre le cortó la punta. Creo que mejor le preguntas a la abuela para saber el motivo.»
Sin perder tiempo y queriendo descubrir el misterio del jamón al horno, Mariana llama a su abuela y le pregunta:
– «Abuela, por qué siempre le cortas la punta al jamón antes de cocinarlo?»
La abuela, sorprendida por lo obvio de la pregunta le responde:
– «¡Porque mi horno es muy pequeño, y el jamón no cabe entero!»
Moraleja: analiza, cuestiona, indaga, autoindaga y experimenta con tu alimentación y tu salud. Aprende a sentir qué alimentos y hábitos te roban energía y vitalidad, y al contrario, cuáles te hacen sentir de verdad sana por dentro y bella por fuera!!